Esta energía que llamamos ansiedad se experimenta de manera muy inquieta en nuestro cuerpo, hace que nuestro cuerpo se prepare para la lucha, huida o congelamiento, que son las 3 respuestas principales de nuestro sistema nervioso cuando percibimos peligro en nuestro entorno. ¿Pero qué pasa cuando este peligro no es real sino imaginario? Sucede que al cerebro le da lo mismo si es un pensamiento o si está pasando, todo lo que le pongas a tu mente tu cuerpo lo experimenta como una realidad.
La línea temporal de la ansiedad es el futuro, una mente ansiosa es aquella que busca constantemente peligros y nos lleva a actuar de manera prevenida o muy controladora, precisamente para evitar ese futuro apocalíptico. Si bien la ansiedad ha sido parte clave en nuestra supervivencia, nuestro cuerpo no está diseñado para sostenerla por largos periodos de tiempo. Estudios científicos han comprobado que el cortisol, hormona del estrés, es la raíz de la gran mayoría de enfermedades inflamatorias y auto inmunes en nuestro cuerpo, envejecemos más rápido, perdemos cabello, incluso subimos de peso. Esto sucede porque el sistema simpático (que es el sistema de lucha o huida) no tiene la función de sanar y reparar nuestras células, esta función la tiene el sistema parasimpático (estado de relajación y restauración). Por lo tanto, vivir constantemente sintiendo un peligro inminente, hace que el cuerpo use sus recursos energéticos para prepararnos para pelear o huir, por lo tanto, no es momento para cuidar del cabello, la piel, las uñas, metabolizar alimentos, entre otros.
En esos momentos procesos importantes se ven ralentizados ya que el cerebro prioriza nuestra respuesta de defensa. Entendiendo un poco los efectos negativos en nuestro cuerpo a largo plazo, es valioso para nuestra salud menta y física que aprendamos a convivir con una de las voces del miedo: la ansiedad. La diferencia principal entre el miedo y la ansiedad es que el miedo es generado por un peligro real y presente en el entorno, por ejemplo si escucho ruidos en casa pero estoy sola, el miedo me alerta de un posible ladrón y me invita a accionar comportamientos para protegerme. En el caso de la ansiedad está dirigida al futuro, en muchas ocasiones puede ser por situaciones que percibimos ambiguas y con poca claridad, al no tener un foco claro esto resulta perturbador ya que nuestra mente se vuelve difusa y no sabemos realmente qué demos atender. Aunque la ansiedad resultar muy incómoda es importante entender que uno de sus mensajes es volver a ser presencia, soltar los pensamientos negativos del futuro y volver al aquí al ahora. Esto no significa que no planeemos con anticipación ni intentemos evitar situaciones negativas del futuro, lo que quiero dar a entender es que una mente anclada al futuro no es una mente productiva, es una fuga energética que drena nuestra fuerza vital y nos debilita, volviéndonos pasivos ante la vida ya que no tenemos suficiente energía para accionar un comportamiento efectivo.
Está bien pensar en el futuro, es muy saludable, pero debemos hacerlo con conciencia, incluso si ese futuro negativo se hiciera realidad debemos aprender a proyectarnos con recursos para poder hacerle frente. Vivir en el presente hace que nuestra mente sea más productiva y que podamos elaborar planes de acción para resolver la ansiedad. Recuerda que una emoción no se puede controlar, pero si se puede resolver. Un ejercicio básico para regular esta emoción es a través de la respiración consciente, ya que los pulmones regulan la frecuencia cardiaca, al respirar de manera suave y gentil le enviamos al cerebro la señal de que estamos a salvo a pesar de la incertidumbre. Si la ansiedad está interfiriendo gravemente en tu vida, no dudes en pedir ayuda profesional.
Autora: Esp. Yenifer Toro Cortés